jueves, 22 de diciembre de 2011

CHESTERTON TIENE RAZÓN… una reflexión para Navidad



De las obras musicales del Barroco, particularmente me conmueve el concierto que Corelli compuso para la noche de Navidad (Concerto Grosso Op. 6 N°8 “fatto per la notte di Natale”)… Una verdadera joya! *

El “vivace - grave” del inicio – que es imponente –  representa según los entendidos la crucifixión de Jesucristo; por su parte el final de la obra es un bellísimo movimiento “pastoral” – que según los mismo entendidos – representa la Natividad.

Es decir, que para Corelli, su homenaje a la Navidad comienza con lo más radical y lo más jodido difícil de la vida de Cristo: su entrega, su sacrificio.

A mí, honestamente, este enfoque me gusta… y me gusta porque me obliga a reflexionar qué es realmente lo que yo, Juancho Pérez, como católico de “a pie” estoy celebrando en esta fecha.

G.K. Chesterton, con su brillante y afilado estilo londinense, se ocupó con profunda seriedad (y también con buen humor) de estos temas en muchísimos de sus escritos, libros y artículos, tanto así que le valió  el título post-mortem de “Defensor Fidei”, pero en esta precisa oportunidad viene en mi ayuda un extracto sobre la Navidad de su libro “La mujer y la Familia”, en el cual plantea que esta Fiesta que tuvo que ser rescatada en el siglo XVII de la tristeza, debe ser rescatada ahora en el siglo XX (y XXI) de la frivolidad.

Cuando hablamos de frivolidad, no me refiero a París Hilton con su perrito rosado – eso sería aparte de trillado, necio y distante – sino a lo que el mismo Chesterton define en forma estupendamente clara, como “el intento de alegrarse sin nada sobre lo que alegrarse”. Aquí sí estamos en un terreno común a todos.

Un tipo alegre por la alegría, es algo tan fatuo y fastidioso como esos patéticos (y vaya que hay!) enamorados del amor… Uno se enamora de alguien, así como uno se alegra y celebra por algo.

En Navidad estamos celebrando – al menos yo como cristiano – la llegada de Dios hecho Hombre y su Buena Nueva, un verdadero regalo. De allí, los regalos.

En Navidad estamos recordando – al menos yo como cristiano – aquella Familia del Pesebre. De allí las fiestas y el reencuentro familiar.

En Navidad estamos alegres – al menos yo como cristiano – porque todo este agite contemporáneo, toda esta corredera cotidiana, los reveses y sinsabores, y también los logros y buenos ratos, cobran sentido en la figura de Cristo.

Desechar el aspecto divino de la Navidad y exigir sólo el humano - concluye Chesterton - sería pedir demasiado a la naturaleza humana. Sería pedir a los ciudadanos que iluminen la ciudad por una victoria que no ha tenido lugar.

Por eso me gusta que Corelli comience con su “vivace - grave”…

Por eso, para mí, Chesterton tiene razón…

Feliz Navidad!


Juancho Pérez



jueves, 8 de diciembre de 2011

GURÚES, DESCUBRIMIENTOS VIEJOS y BUENA NUEVA




Hace algunos años (en Inglaterra) tuve la oportunidad de ver a un “gurú” del management en pleno performance… 

La empresa en la cual yo trabajaba entonces, nos hizo llegar un sobre personalizado y con breve esquela a aquellos que asistiríamos al seminario de no-me-recuerdo-que importantísimo-tema-gerencial, el libro del “gurú” de turno y nos sugería que para aprovechar mejor la charla, leyéramos el librito antes (cosa que por cierto no hice). 
Sólo eché un ojo en la solapa del libro para ver el curriculum del autor: tantos años en altos cargos en varias importantes empresas, experto en coaching & management, reconocido hombre del mundo corporativo, etc, etc, etc.

Del performance recuerdo lo siguiente: alguna broma tipo “stand-up comedy” para comenzar y romper el hielo, mucho PowerPoint; muchas cifras, tendencias y datos de actualidad (p.e. la vertiginosa emergencia de los países emergentes) a los que la audiencia siempre reaccionaba con un unísono WOW!; luego alguna historia “touching” de un caso conmovedor para conmover a la audiencia; y para finalizar tips en cápsulas sobre el "Éxito"…

A mí me resultó más aburrido que decepcionante.

Pasó el tiempo, cambié de trabajo y me tocó – precisamente esta semana - por segunda vez en mi vida, tener un encuentro cercano con (no 1 sino 2) “gurúes” del management. El lugar: Bélgica.

El performance prácticamente igual, esa es la fórmula: chiste inicial, mucho PowerPoint, cifras, datos y tendencias, historia conmovedora y tips.

Pero esta vez, sí hubo algo que captó mi atención.

La charla sería sobre cualquier-importantísimo-tema-corporativo, pero el primer “gurú” dió, casi al final, un giro en la presentación y comenzó a hablar del malestar en el hombre contemporáneo… Palabras más, palabras menos, decía que hoy estamos atravesando una terrible ausencia de referencias, una urgente necesidad de valores, que hemos olvidado ocuparnos del “aquí”, del “otro”…

El moderador interrumpió al primer “gurú” haciendo una pregunta al segundo “gurú”  sobre el tema inicial de la presentación (en una elegante faena de cambio de batuta).

El segundo “gurú” retomó el tema inicial de la presentación bajo el guión: chiste, PowerPoint, cifras, datos… pero también, en un determinado punto de su performance, cargó contra el enfoque de la vida actual, la pérdida de sentido, la necesidad de atender a las cosas importantes…

Esta segunda vez, el moderador  no interrumpió.

En Europa estos son tiempos de “indignados”, de recesión, de ajustes serios y duros en países “PIGS” (peyorativas siglas en inglés para referirse a Portugal, Italia, Grecia y España) y también en los no tan pigs…

Ahora estamos en tiempos de reflexión y acción ante las "fallas", y ya no más ante tiempos de celebración del "éxito"…

Ambos “gurúes” eran tipos profesionales, y cerraron sus presentaciones retomando el tema inicial para el cual fueron invitados/contratados… pero allí, ante todos, manifiestamente y “de contrabando” dejaron bien claras sus preocupaciones sobre estos tiempos…

Pero esas inquietudes, esas angustias, esas alarmas que prendían, esas llamadas de atención, esos clamores, no son nada nuevos... no son ningún descubrimiento, no son exclusivos de estos tiempos…

La solución tiene como Buena Nueva por ahí como 2.000 años…

Lo jodido es aplicarlo, pero es lo que hay que hacer.

En cuanto a mis experiencias con "gurúes" he decidido no quejarme más... aquella vez conocí Londres, esta Bruselas.

Juancho Pérez

jueves, 24 de noviembre de 2011

CECILIAE, MALA TRADUCCIÓN, MÚSICA Y TORTURA!



En esta semana - el 22 de Noviembre - celebramos el día de Santa Cecilia, patrona de los músicos.

La historia de esta Santa no está clara *… ni siquiera está claro si existió o es simple leyenda… pero el hecho es que desde +/- 480 DC su nombre aparece en los listados de santos, canonizada en 1594 y - según los expertos - por un error de traducción designada patrona de los músicos.

Pero a mí, lo que me resulta más curioso de toda esta historia, es precisamente lo relativo al error en la traducción.

Según los expertos (yo solo repito) en los textos más antiguos de las Actas de Santa Ceciliae, no decía originalmente canéntibus órganis (en relación a instrumentos musicales) sino candéntibus órganis (en relación a instrumentos de tortura)… Evidentemente, no es lo mismo.
Aunque… pensándolo mejor, la relación es bien estrecha.

Dizzie Gillespie decía que sólo existen 2 clases de música: la buena y la mala. Y si hay algo que puede resultar verdaderamente insoportable y cruel es tener que escuchar  - y por lo general suele ser de manera obligada - música mala.

Pongo ejemplos para explicarme.

Caso 1. Viernes por la noche de una semana terrible. Llega uno a casa cansado y lo recibe la familia tranquila. Cena ligera para descansar bien. No hay planes de salida nocturna, sino más bien de levantarse temprano para bajar a la playa. Todos en pijamas a sus respectivas habitaciones…. Y entonces tipo 10:00 pm arranca en el edificio de al lado un Disc-Play con un “Puki-Puki” a TODO volumen. Probable fiesta de 15 años (¡!), que se acabará a golpe de 4 am…

Caso 2. Llegada al Aeropuerto Internacional de Maiquetía. Larguísima cola de migración que coincide con la llegada de todos los vuelos a la misma hora y sólo 3 taquillas abiertas.  Retirar equipaje por correa 2. No, correa 5. No correa 2, correa 2… Superado el drama de las maletas y el susto de haber perdido alguna que por fin salió de última. Larga cola de revisión SENIAT. Negociación “in extremis” con el sindicato de maleteros de IAAIM. Ubicación del chofer. Montar las maletas - que casi no caben - en el carro. Por fin comienza el viaje de subida Maiquetía – Caracas. Antes del primer túnel, INMEEEEENSA cola… El chofer con cara de tipo simpático se voltea y dice: Jefe, tranquilo que aquí le tengo un MP3 con 179 canciones bien finas de Arjona!...

Caso 3. Piñata “puesta-en-escena” de amiguita de mi hija a la cual NO PODEMOS FALTAR. Mucha gente y muchas niñitas entre 4-5 años. Por fin, después de actos de Princesas con actores que cuando actúan gritan, se tumba la piñata. Luego se pica la torta. Proceso de negociación con mi hija para poder irnos. Varios intentos fallidos. Logramos convencerla al final bajo el chantaje-ilusión del “cotillón” (otrora regalito de salida). Nos montamos en el carro que tuvimos que estacionar a 4 cuadras de la casa de la fiesta. Mi hija abre el cotillón. Regalo principal: CD con los éxitos más pegados de Reggeaton. Ahora hay que escuchar el disco cada vez que estamos en el carro, mientras ella canta “mi niña bonita”…

Yo no creo - claro está! - que estos casos sean de ninguna manera caminos para la Santidad, pero sí creo que son una suerte de tortura light… Por ello le pido a Santa Cecilia fuerzas para llevarlo con gallardía.


Juancho Pérez

*les paso este link para mayor información http://www.histomusica.com/libros/hitos.php?capitulo=97

domingo, 13 de noviembre de 2011

CATA… RECATO… y el cumplimiento de las obligaciones



Hay días en los cuales coinciden varios compromisos a la vez, a veces se puede uno escapar de alguno, a veces no.

En estas noches me ocurrió el segundo caso, dos eventos a los que no podía faltar: un cocktail en la casa de mi jefe (obligación laboral) y una cata de Oporto y Chocolate organizada por las Asociación de… (obligación institucional). Ustedes dirán - y con razón - que a “obligaciones” así vale la pena estar obligado, no es lo mismo “ir de tragos” que p.e. asistir a una cadena presidencial; pero créanme, obligación es obligación…

Decidí estratégicamente (por horario, conveniencia  y sobre todo TRÁFICO) comenzar primero por la cata.

Jamás había asistido a una cata, no me había nunca llamado la atención… cosas de instinto, quizás!  Pero bueno, llegué a tiempo, todo el mundo ubicado en sus mesas, y muy atentamente escuchando al experto catador que con credenciales de famoso gastrónomo (y panza como evidencia) nos iba explicando con aires de historiador “bonchón” desde las características de la región de Porto hasta las propiedades organolépticas (¡?) del oporto… hasta allí todo me pareció – digamos – lo esperado.

Luego, comenzó la cata en sí misma. Nos sirven un vasito de oporto y comienzan las indicaciones y el performance: Breve sorbo, suficiente para un buche. Pasear por la boca de lado a lado varias veces (como el Listerine pensé yo y seguro que varios más de los presentes). Tragar. Segundo breve sorbo. Esta vez mantener en el paladar (es decir sin dinámica de Listerine). Con el sorbo en la boca aspirar aire por la boca (coño!) y procurar que los ésteres lleguen a la región “retronasal” (coño! coño!). Tragar al final…  Ya en esta parte comencé a sentirme – son cosas mías y sólo mías – ridículo.

Pero a mi sensación de ridículo, tuve que agregar la de avergonzado, cuando me dí cuenta que mi vasito de oporto prácticamente estaba vacío en dos sorbos, mientras que el resto de los presentes tenían sus vasos prácticamente llenos… mi vaso no daba para más cata.

Había tomado la precaución antes de entrar en la cata, de advertirle a los organizadores que debía retirarme temprano porque tenía otro compromiso y bla,bla,bla… así que ante mi ridículo y mi precavida advertencia, disimuladamente me escurrí hasta la puerta y me fui.

Llegué luego a la casa de mi jefe. Saludé – en correcto pero precario francés – a los invitados, me excusé por el breve retraso, explicando – en español – que había tenido un compromiso previo y bla,bla,bla. Se me acercó un mesonero con su bandeja “full-equipo” y me preguntó: ¿Qué le sirvo?

Viéndole firmemente a los ojos le dije: Whisky en las rocas, poco hielo, vaso corto.

Esta vez me tomé el whisky sin instrucciones pero con más recato.

Juancho Pérez

jueves, 10 de noviembre de 2011

KRISTALLNACHT… pequeña reflexión sobre “el otro” en tiempos de indiferencia


70 años es más o menos (según los expertos) el promedio de vida del venezolano, es decir, que lo ocurrido hace 73 años, hoy muy pocos lo recuerdan vívidamente… pero no por ello debemos conformarnos por no enterarnos de las cosas pasadas, sobre todo si fueron hechos que no deberían volver  a ocurrir.
Esta semana tuve la suerte de ser invitado al acto recordatorio de la Kristallnacht ó Noche de los Cristales Rotos. Representa esta fecha el inicio de uno de los períodos más horribles sufrido por el pueblo judío en la historia, y que llevó a toda la humanidad a ser testigo de la espantosa y bárbara  “solución final” Nazi.
De esa noche de cristales rotos, hacen hoy 73 años, y me atrevo a asegurar que muy pocos de nosotros sabemos bien de qué se trató aquello (allí les dejo esa tarea)…
Por mi parte, la verdad es que me sorprendí mucho cuando recibí la invitación. Primero, porque nunca había sido requerido ni invitado a actos así. Segundo, porque aunque siempre me ha resultado un capítulo tristísimo de la especie humana, el tema del “Holocausto” no me era cercano. Tercero – y quizás lo que más me sorprendió – fue ver en la invitación que el orador de la noche sería un sacerdote católico y para más señas, jesuita.
El acto me conmovió sobre manera por la emotividad de los participantes, por aquellas historias narradas por testigos y por hijos de testigos que petrifican - por lo duro y crudo - al más guapo…
El corazón se me encogió al momento de los cantos y rezos de los presentes… Realmente estaba conmovido…
Pero fueron  las palabras del orador de orden, las de aquel - que al igual que yo - no formaba parte directa de aquella conmemoración, las que me ayudaron a entender qué significado tiene un acto como este para todos los miembros de la raza humana.
Fue escuchándole que comprendí que sólo hay una manera de evitar atrocidades como estas… sólo hay una forma de que el ser humano, el hombre, nuestra especie, no cometa tamañas bestialidades… esa forma, esa manera, es reconociéndose uno mismo en “el otro”… y ese reconocimiento va más allá de la simple y tan-de-moda “tolerancia”, pues no se trata sólo de respetar la diversidad del otro por ser otro, sino que en ese otro podamos vernos a nosotros mismos, como en un espejo…
Como habrán podido darse cuenta, esta conmemoración de Kristallnacht, me sacudió hasta lo más íntimo, porque me ví en ese espejo, porque ví a mi familia en ese espejo, porque ví a mi país en ese espejo…
Por  eso hoy... aquí …en este blog, rindo mi humilde tributo!
JUANCHO PÉREZ


martes, 1 de noviembre de 2011

EL N° 7…. MIL… y una rápida reflexión sobre las rifas de las piñatas




Discúlpenme ustedes el lugar común… pero comienzo el mes con el titular del día… (predecible, o no?)
Para algunos (los pesimistas) somos muchos y entonces tenemos que organizarnos pronto y controlarnos (o que nos controlen) porque no vamos a caber. Para otros (los otros pesimistas) la población mundial está más bien tendiendo a la “desaceleración” y esa sería entonces una señal de alarma…
A mí, que por cierto nadie me ha preguntado nada al respecto, la cifra me gusta y me gusta mucho.
Cuando era niño, en las piñatas de entonces, que eran muy distintas a las bulliciosas, concurridas,  puestas-en-escena y excesivas piñatas de ahora, los juegos eran más bien aburridongos: pégale la cola al burro; carrera de sacos, y las consabidas adivinanzas… éstas eran mis favoritas, aunque jamás gané una (de allí mi animadversión por el envite y azar, creo yo).
Las adivinanzas iban pasando primero por colores, luego animales y terminaban siempre con los números: “ a ver piensen un número…”, yo siempre decía el 8, y siempre ganaba el 7… nunca cambié, nunca gané.
Resulta que aprendí después (también en la infancia) que el 7 es un número con particular – digamos – encanto.
Siempre sale algún tipo “profundo”, que con cara de chamán nos dice: el 7 es un número mágico y místico… Ok, y ciertamente parece ser así, porque es recurrente en todo. En la biblia, en el arcoíris, en la escala musical, en los días de la semana, en los siete mares, en los pecados capitales, en las 70 veces 7 del perdón cristiano… y agrego yo, en las rifas ganadoras de las piñatas.
De allí que haber llegado a ser 7 mil millones, me parece una señal estupenda! Y le auguro al humano n° 7.000.000.000, muchas y muy buenas piñatas.
Pero mis buenos deseos y mi optimismo van más allá. No me preocupa que seamos muchos ni que seamos pocos, sino que los que estemos hagamos las cosas bien, y que nos ocupemos de formar bien a los que vienen atrás.
Yo intuyo que el mundo de hoy también intuye lo mismo...
Por ejemplo, en estos días le preguntaba a mi hijo cuál era su número favorito, y me respondió rápido y sin aspavientos: el 7.
Me recordé de mis rifas y pensé calladito: este carajito está más claro que yo.

JUANCHO PEREZ 
P.D. hoy también descubrí, que yo soy el humano n° 3.983.564.997, según este site:
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/10/111027_siete_mil_millones_y_usted.shtml

domingo, 30 de octubre de 2011

…IR POR AHÍ DE INCAUTOS…ó sobre la claridad de la confusión


Me enteré en estos días de los resultados de una investigación* publicada recientemente sobre la opinión de los “adultos emergentes” (jóvenes entre 18 y 23 años) frente a la vida actual.
En relación a lo que “está bien y lo que está mal”, grosso modo, la premisa terminó siendo la siguiente: si para ti está bien, entonces tranquilo, eso que haces/piensas está bien; ergo, lo que sí está mal es que alguien venga a decirte que lo que haces está mal.
Arrojaba el mismo estudio un dato todavía más grave (?): a la hora de definir criterios y conceptos morales, era imposible sostener ningún debate serio y profundo sobre el tema con los investigados y peor aún terminaban estos mismos contradiciéndose, ó simplemente siendo incapaces de sostener sus propias afirmaciones, llegando incluso a planteamientos absurdos y disparatados.
Ok, tratemos de entender entonces, resulta que en teoría sólo cada quien sabe lo que está bien, pero en la práctica nadie sabe qué coño es lo que está bien… menudo enredo!
Yo creo que debemos ir con cuidado... sobre todo con los lugares comunes…
No es que hoy en términos morales seamos “más bobos” que antes. Ni que necesitemos convertirnos en una suerte de Aristóteles con Agustín de Hipona y un toque de Dalai-Lama para definir y diferenciar el bien del mal. Ni tampoco que todo vale y todo es relativo.
Hoy – y desde Trucutú – lo que está mal está mal y lo que está bien está bien, aunque nos hagamos los locos. Para mi tatarabuelo en el XIX o para mí en el XXI, si llegamos tarde a casa y “con cara de culpable” el peo es el mismo.
Que si la bioética, que si el 2.0, que si el avance vertiginoso de las telecomunicaciones, que si el descubrimiento de los neutrinos, que si qué se yo… Lo que toca, lo que corresponde, lo correcto, es dejar la comodidad del lugar común y asumir posiciones con criterio y valentía.
Discernir, para no ir de incautos.
Para mí, con el debido respeto, la confusión está clarísima…!

*Lost in Transition: The Dark Side of Emerging Adulthood (Oxford University Press) Aug 2011.

Juancho Pérez

jueves, 20 de octubre de 2011

¿PERO…BIEN, BIEN? - brevísimo tratado sobre repreguntas y encuestas


Hay preguntas que no hacemos, y por lo mismo, hay respuestas que no damos. Por ejemplo, cuando saludamos a algún conocido en la calle con un: ¡epa vale! ¿qué tal? a lo sumo – en el peor escenario –  estamos esperando un ¡bueno aquí vamos! ó un ¡poco a poco!; pero hasta allí.
No estamos esperando recibir ni tampoco dispuestos a dar por respuesta – al menos entre gente normal – un ¡coño hermano malísimo! o un ¡harto de esta vida miserable!
Pero si insistimos y repreguntamos ¿pero de verdad… estás bien, bien?, allí la respuesta sí puede cambiar…ante la insistencia, la apertura… y cualquier cosa sale de allí.
Es el caso típico del “despachado” (= despechado), que asegura que esa tipa nada que ver… y bueh! Ya sabemos, uno va de amigo incauto y repregunta… y a las tres de la mañana… boleros y rancheras…
O también, de muchos tipos que te juran que les está yendo del carajo en (qué se yo, digamos…) Miami Cracovia, y al tercer whisky y la repregunta, comienza el llanto: coño tú sabes, el terruño! Esto no es lo mismo… las arepas, …la familia, …aquí estos tipos son fríos…!
Yo creo que es eso justamente lo que pasa con las encuestas… Los “instrumentos” (nombre musical que le dan los sociólogos y encuestólogos a sus cuestionarios) están diseñados para preguntar y repreguntar, por eso el mismo 60% que “ama” a su líder a la primera pregunta, después de varias otras repreguntas, terminan asegurando que ni de vaina están de acuerdo con otro período…
A menos – claro está – que el encuestado no sea honesto y responda cualquier vaina; ó esté apurado y responda cualquier vaina; ó no entendió bien la pregunta y responda cualquier vaina…
Entonces, ustedes me preguntarán: ¿pero debemos creer en las encuestas? Y yo responderé SÍ, CLARO!
- Pero… ¿de verdad verdad, debemos creer en las encuestas?
- Bueno, TÚ SABES… LOS VENEZOLANOS SOMOS COMO SOMOS… Y QUIZÁ…

Juancho Pérez

domingo, 9 de octubre de 2011

AH MUNDO! …LA HORA SEXTA!



Ok, es verdad, los tiempos cambian… y las costumbres también… hay cosas que llegan para facilitarnos la vida -que se yo, digamos: …el Smartphone- , y otras que se van para no volver, como la (ibérica, conveniente, útil y saludable) siesta.
Tengo el recuerdo de mi abuelo Belisario, quien después de almorzar le decía a mi abuela: “Ofelia, a la 01:20 que uno de los muchachos suba a despertarme”, esas eran sus últimas palabras antes de subir a recostarse en su sillón… y alguno de nosotros -los nietos- a la hora indicada subía a despertar al viejo. Él se alistaba y salía para su oficina, a seguir con el día… con la segunda parte del día… y ojo: eso no sucedió hace sesenta años, eso fue por ahí en los “mid-nineties”…
Pero bueno! Eso ha cambiado… La siesta, hoy quedó sólo “bien vista” para los bebés recién nacidos y los viejitos… “justificada” para los enfermos… “imperdonable” para el ocupado ser humano contemporáneo que no puede ni debe perder un minuto/centavo.
Yo tengo que trabajar (quién no!?) y por supuesto que soy un hombre de mi tiempo, víctima del apuro, el trajín, el no-tengo-chance-de-nada, el Caracas-es-una-sola-cola…
Pero qué sensación única es esa que uno experimenta cuando un día cualquiera, luego de haber almorzado en casa, uno manda todo a la mierda, se quita los zapatos, coloca el teléfono en “silent mode”, se recuesta, cierra los ojos y se entrega a la siesta! “LIBERTAD PURA”…
Cómo no! Ya sé que hay estudios serísimos sobre el tema, que señalan las ventajas bio-químicas, fisiológicas y psicológicas del descanso en la jornada, etc…  grandes descubrimientos de hoy día, que Benito (será por eso patrón de Europa?) por allá en el año 500, puso en su Santa Regla al dividir las hora canónicas… y al mediodía correspondió la hora sexta, para hacer una pausa en las labores cotidianas.
Pero yo simplemente hablaré aquí, desde mi caso personal:   bastan 15 minutos (ó más… no importa…) despertarse y continuar -como si nada- con el día… Carajo! la vida se ve distinta, la tarde se ve distinta, la oficina se ve distinta… Uno va con más ánimos, con mejor talante, descansado…
Lástima que puedo hacerlo poco!
Pero cuando una tarde, nos topemos por ahí, y me vean de buen humor y oloroso a Jean-Marie Farina… no pregunten pendejadas…!

Juancho Pérez

sábado, 1 de octubre de 2011

Mea culpa por ser Magallanero... (a propósito de la temporada pasada* y el inicio de esta)

                                                     
                                                                                                                             a mi hijo Sebastián…

  Yo no soy fanático del béisbol, tengo años sin ir al estadio, a ningún
  estadio, no me sé ni me importa el nombre del “roster” completo de
  ningún equipo, no tengo gorra, ni franela de ningún equipo nacional ni
  extranjero... y para rematar nunca fui bueno jugando a la pelota…
  A veces veo algún jueguito por televisión, pero nada más…
  Sin embargo, pese a todo lo anterior soy magallanero!

  Aquí comienza mi confesión…

  Imagino que debe haber sido por influencia de mi papá, pero sólo por
  ello, por influencia, que yo decidí hacerme seguidor de los Navegantes
  de Magallanes…
  Quiero dejar bien en claro que mi decisión nunca me fue impuesta, ni
  siquiera sugerida. De hecho, tan no puede haber sido así que ninguno de
  mis otros hermanos siguió este camino…

  Yo elegí ser magallanero por decisión personal y libre, y desde
  chiquitico… y nunca, jamás, he pensado en cambiarme de equipo…

  Pero claro, esta mañana, al ver la noticia de la eliminación de
  Magallanes a manos de los Leones, con resultado de 18 carreras a 5, en
  el José Bernardo Pérez, y después de una actuación tan mala como la de
  esta temporada, la pregunta vuelve a darme vueltas en la cabeza, ¿pero
  por qué carajo los magallaneros seguimos siendo magallaneros?

  Aquí comienza mi reflexión…

  La respuesta me la dio esta mañana Sebastián mi hijo…

  Él también es magallanero, incluso con más mérito que yo, porque tiene a
  sus abuelos maternos, a su abuela paterna, a su mamá, a su hermana, a
  sus tíos y a sus primos (es decir, todo su entorno inmediato) en el
  equipo contrario, y además porque le gusta el béisbol y como todo niño
  quiere que su equipo gane, y Magallanes no le da ese gusto…

  Anoche, comenzamos a ver el juego en el televisor de su cuarto,
  Magallanes empezó ganando, pero muy pronto comenzó la agonía, era el
  juego decisivo para la subsistencia del equipo, y cuando empezó la
  paliza a mí me provocaba apagar el televisor o al menos cambiar el
  canal, pero no podía tener esa actitud frente a mi hijo, así que me
  quedé allí calladito viendo aquella clínica de errores y cagadas… Hasta
  que este chipilín de 6 años recién cumplidos se me quedó viendo y me
  dijo (yo se que no era verdad): “Papi tengo sueño, mañana vemos como
  queda el juego…” Ya los dos sabíamos que estábamos eliminados…

  Esta mañana salí para la oficina tempranito, y llamé a la casa
  calculando que ya Sebastián estaría despierto para informarle
  oficialmente que Magallanes estaba eliminado… Además, hice una cosa que
  me da pena confesar, pero es parte fundamental de esta reflexión… Le
  pregunté, así como dejándole una puerta abierta, y pensando que quizá no
  sea justo que este niñito tenga que calarse las mismas angustias que yo
  (y el resto de los magallaneros nos hemos calado a lo largo de los
  años): “Mira Peta ¿y ahora a quién le vas?...” “A Magallanes papi…”

  Puede que uno no lo recuerde bien, pero sí hay un momento en que uno
  oficialmente se convierte en magallanero, y es cuando nos dan una paliza
  como la de anoche y uno se levanta, eliminado y humillado y todavía
  tiene las "santas pelotas" de decir: será el año que viene…!!!
*escrito el 29/12/2010 al día siguiente de la eliminación...

Juancho Pérez