martes, 1 de mayo de 2012

01 DE MAYO… Mañana cuando suene el silbato…



Cuán curioso es percatarnos de que lo que hoy celebramos tan normal y hasta sin encontrarle mucho sentido, ha sido casi siempre el resultado de luchas y procesos inimaginables  y, peor aún, olvidados.

Recordemos, por ejemplo y dada la fecha, la fiesta del 01 de mayo.

Las organizaciones sindicales y laborales de E.E.U.U., (todas menos la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo) habían convocado para el 01 de mayo de 1886, una huelga por la reivindicación de la jornada laboral de 8 horas diarias.

El lema de aquella huelga era “8,8 y 8”… 8 horas para el trabajo, 8 horas para el hogar, 8 horas para dormir.

Para buena parte de la sociedad de aquella época, la pretensión de los manifestantes era sencillamente un disparate. Los titulares de prensa del 29 y 30 de abril de 1886, calificaban la demanda del movimiento  como una solicitud inviable que era “lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo”, y en relación a la huelga en sí misma la consideraban como una convocatoria de anarquistas condenada al fracaso.

Llegó el 01 de mayo. La huelga se llevó a cabo a nivel nacional. Pero en Chicago, ciudad donde las condiciones laborales eran más difíciles y el ambiente de protesta tenía más tiempo crispado, las protestas continuaron el 02 y el 03.

El 04 se convocó a una concentración en la plaza de Haymarket… pero entre la euforia de los asistentes, la agresiva represión policial y la violencia radical de algunos “anarquistas exaltados”, todo resultó en un infierno: La detonación de un explosivo. La muerte de un capitán de la policía. La orden de abrir fuego contra los manifestantes. Heridos y muertos… ¡caos!

Como siempre, una vez retomado el orden, comenzaron las pesquisas de culpables y responsables. De 31 detenidos, al final se redujo la lista a 8 culpables (a la sazón los más vinculados al anarquismo): 3 condenados a prisión, los otros 5 a la horca.

Y así fue.

Sin embargo, también fue, que para finales de 1886 y principios de 1887, varios sectores patronales aceptaron instaurar las jornadas de 8 horas diarias de trabajo.

El éxito fue tan rotundo y tan importante, que ya para 1890, el propio Federico Engels en el prefacio de la edición de ese mismo año de El Manifiesto Comunista, reseña esta victoria del movimiento trabajador como un espectáculo.

Y repito, el éxito fue tan rotundo y tan importante, que en 2012, seremos varios los que mañana gritaremos (aunque sea muy calladito y casi en silencio) ¡yabadabadú! al sonar el silbato de salida, al más puro estilo de Pedro Picapiedras.

Esta es la historia -versión brevísima- del 01 de mayo, día internacional del trabajador, reconocido y celebrado en casi todo el mundo.

En EEUU, se celebra al trabajador en otra fecha, para tratar - a lo gringo - de olvidar el origen.

La Iglesia Católica, más sabia, más inteligente y más prudente celebra al trabajador en su día, junto (eso sí) a San José Obrero.


JUANCHO PÉREZ