miércoles, 31 de diciembre de 2025

"MAGNIFICA HUMANITAS": LA PROPUESTA DEL PAPA PARA LA IA


Todo indica que la 1era encíclica del papa León XIV versará sobre la Dignidad Humana y la Inteligencia Artificial, pero ¿podría ser distinto? ¿no es este acaso el hecho social, cultural, político y religioso más relevante de nuestro tiempo?

Cuando en 1891, León XIII - el papa pionero de la Doctrina Social de la Iglesia - publicaba la encíclica "Rerum Novarum" (De las cosas nuevas), abordaba de manera valiente y profética el tema que la cuestión social, y lo hacía denunciando los graves problemas de la clase trabajadora surgidos tras la Revolución Industrial, la pobreza extrema, jornadas laborales extenuantes, explotación infantil, hacinamiento, pésimas condiciones de vida, falta de higiene y salud, y la brecha creciente entre ricos y pobres, evidenciando una crisis social tremenda.

La Iglesia - a finales del siglo XIX - alzaba su voz ante la inminente necesidad de buscar soluciones.

Hoy, pasados 135 años de aquella encíclica de León XIII, tanto la Iglesia como el papa actual están conscientes de la complejidad que representa la cuestión tecnológica.

Es acertado hablar de esta cuestión "tecnológica" de manera análoga a la "social" del XIX, porque la tecnología ha reconfigurado profundamente la sociedad, el trabajo, la identidad y el poder.

Ciertamente se han creado nuevas oportunidades (conectividad, avances médicos), pero también nuevos problemas (brecha digital, desempleo estructural, dilemas éticos, control de datos), convirtiéndose en un motor central de cambio con efectos transformadores similares a los que la industrialización tuvo en el siglo XIX, generando debates sobre progreso, equidad y riesgos sociales.

León XIV está claro. Ha avanzando en esa línea sin titubeo. Sin perder el foco en los vulnerables, los pobres y los más frágiles, el papa ha venido alertando sobre la actual "encrucijada" ante la cual se encuentra la humanidad en este momento.

El papa León XIV hace un llamado claro: hay que optar por la dignidad humana, es decir, reconocer siempre y ante todo el valor que cada persona tiene (y por ello compartido por todos) por el simple hecho de ser persona humana.

Se dice en los pasillos, que el título de esta primera encíclica será "Magnifica Humanitas" (Magnífica Humanidad). A mi me gusta mucho este título, me gusta mucho la esencia propia del título porque no sólo enaltece el concepto del ser humano elevándolo y colocándolo en el centro de toda la Creación, sino que además nos increpa a todos y cada uno de nosotros a redescubrir lo que nos hace ser mejores seres humanos y a ser garantes de ello.


Juan Salvador Pérez


LA DIGNIDAD HUMANA FRENTE A LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL: EL RETO PARA 2026



En mi trayectoria como Director de la Revista SIC, he tenido el privilegio de observar de cerca las transformaciones sociales de nuestro tiempo. 

Hoy, mientras avanzo en mi investigación doctoral sobre el pensamiento de Robert Spaemann, me encuentro con una pregunta que definirá la próxima década: ¿Qué lugar le queda a la dignidad humana en un mundo gestionado por algoritmos?

Spaemann nos recordaba que la dignidad no es una propiedad que se adquiere por méritos o capacidades; es el reconocimiento de que cada persona es un fin en sí misma y nunca un medio para un fin.

En la era de la IA, el riesgo no es solo que las máquinas "nos superen", sino que empecemos a tratar a las personas como simples conjuntos de datos o recursos optimizables. La Doctrina Social de la Iglesia nos ofrece una brújula clara en este sentido: el trabajo y la técnica deben estar al servicio del hombre, y no al revés.

Desde la ética de la IA, propongo tres pilares para el liderazgo que viene:

· Prioridad de la persona: Ninguna decisión algorítmica debe ser final sin una mediación humana que considere la singularidad de cada caso.

· Transparencia ética: El progreso técnico es ciego si no se fundamenta en valores de justicia y bien común.

· El valor de lo "no funcional": La dignidad reside precisamente en aquello que la IA no puede replicar: nuestra capacidad de amar, de sufrir, de conmoverse y de dar sentido a la existencia.

Para 2026, el mayor reto de las organizaciones no será la adopción tecnológica, sino la preservación de su humanismo. Como líderes, nuestra tarea es asegurar que la eficiencia nunca opaque la dignidad.


Juan Salvador Pérez