De las obras musicales del Barroco, particularmente me
conmueve el concierto que Corelli compuso para la noche de Navidad (Concerto
Grosso Op. 6 N°8 “fatto per la notte di Natale”)… Una verdadera joya! *
El “vivace - grave” del inicio – que es imponente – representa según los entendidos la crucifixión
de Jesucristo; por su parte el final de la obra es un bellísimo movimiento
“pastoral” – que según los mismo entendidos – representa la Natividad.
Es decir, que para Corelli, su homenaje a la Navidad
comienza con lo más radical y lo más jodido difícil de la vida de
Cristo: su entrega, su sacrificio.
A mí, honestamente, este enfoque me gusta… y me gusta
porque me obliga a reflexionar qué es realmente lo que yo, Juancho Pérez, como
católico de “a pie” estoy celebrando en esta fecha.
G.K. Chesterton, con su brillante y afilado estilo
londinense, se ocupó con profunda seriedad (y también con buen humor) de estos
temas en muchísimos de sus escritos, libros y artículos, tanto así que le
valió el título post-mortem de “Defensor
Fidei”, pero en esta precisa oportunidad viene en mi ayuda un extracto sobre la
Navidad de su libro “La mujer y la Familia”, en el cual plantea que esta Fiesta
que tuvo que ser rescatada en el siglo XVII de la tristeza, debe ser rescatada ahora
en el siglo XX (y XXI) de la frivolidad.
Cuando hablamos de frivolidad, no me refiero a París
Hilton con su perrito rosado – eso sería aparte de trillado, necio y distante –
sino a lo que el mismo Chesterton define en forma estupendamente clara, como
“el intento de alegrarse sin nada sobre lo que alegrarse”. Aquí sí estamos en
un terreno común a todos.
Un tipo alegre por la alegría, es algo tan fatuo y
fastidioso como esos patéticos (y vaya que hay!) enamorados del amor… Uno se
enamora de alguien, así como uno se alegra y celebra por algo.
En Navidad estamos celebrando – al menos yo como
cristiano – la llegada de Dios hecho Hombre y su Buena Nueva, un verdadero
regalo. De allí, los regalos.
En Navidad estamos recordando – al menos yo como
cristiano – aquella Familia del Pesebre. De allí las fiestas y el reencuentro
familiar.
En Navidad estamos alegres – al menos yo como cristiano
– porque todo este agite contemporáneo, toda esta corredera cotidiana, los
reveses y sinsabores, y también los logros y buenos ratos, cobran sentido en la
figura de Cristo.
Desechar el
aspecto divino de la Navidad y exigir sólo el humano -
concluye Chesterton - sería pedir
demasiado a la naturaleza humana. Sería pedir a los ciudadanos que iluminen la
ciudad por una victoria que no ha tenido lugar.
Por eso me gusta que Corelli comience con su “vivace -
grave”…
Por eso, para mí, Chesterton tiene razón…
Feliz Navidad!
Juancho Pérez
*Aquí les dejo este regalito http://www.youtube.com/watch?v=jqP7bWRj4v4&feature=related