domingo, 23 de enero de 2022

EL PAPA FRANCISCO NO HABLÓ DE MASCOTAS NI AMULETOS SINO DE MATERNIDAD, PATERNIDAD Y LA IMPORTANCIA DE LOS HIJOS

 


Cuando aquel 29 de diciembre de 1880, Audran, Duru y Chivot estrenaban en el Théâtre des Bouffes Parisiens la opereta – ópera comique La Mascotte, no lo hicieron pensando en bonitos gatos, ni simpáticos cachorros, ni graciosos pericos. La historia se refería a una joven campesina llamada Bettina, que atraía buena suerte a cualquiera que la poseyera, pero a cambio de una sola condición: que permaneciese siempre virgen.

La palabra Mascotte proviene del germano masca y de allí pasa el francés mascot (bruja), como término que definía a una persona – acaso una hechicera – con poderes mágicos capaces de otorgar buena fortuna a aquel que estuviese cerca. Rápidamente se le concedió la misma connotación a cosas, animales, objetos que corrieran la misma suerte de servir de amuletos.

Es este el origen etimológico de mascota, utilizada ahora para referirse a los animales domésticos que viven con nosotros y aunque todos estamos – espero – claros que no son amuletos de la suerte ni objetos mágicos, sí nos traen compañía, alegrías y buenos ratos.

El revuelo en los medios, redes sociales y por supuesto en todo el ambiente anti-Francisco, por la catequesis del pasado 5 de enero de 2022, que el papa dio en la Audiencia General de todos los miércoles, esta vez tuvo una especial sobre reacción por un tema que no fue para nada el asunto central de su exposición.

El papa Francisco no centró su discurso en la crítica a las mascotas (como los medios colocaron en los títulos, ni como los incautos leyeron furiosamente en las redes sin siquiera ir a la fuente), ni mucho menos habló de amuletos ni talismanes de la suerte.

La catequesis versó sobre San José, el padre putativo de Jesús. Y de allí desarrolló una bellísima argumentación sobre la maternidad y la paternidad. Es decir, el papa Francisco en perfecta línea con todo el magisterio de la Iglesia Católica quiso compartir con todos nosotros su reflexión sobre la importancia de los hijos para los padres, y de los padres para los hijos.

El papa dejó en claro que la paternidad y la maternidad hacen la vida de las personas más plenas y a esta plenitud se llega por la vía de la responsabilidad, es decir, por la capacidad – la habilidad –  de dar respuesta por la vida de otro: «Nadie nace padre, sino que se hace. Y no se hace sólo por traer un hijo al mundo, sino por hacerse cargo de él responsablemente. Todas las veces que alguien asume la responsabilidad de la vida de otro, en cierto sentido ejercita la paternidad respecto a él» (Carta ap. Patris corde).

Ese concepto hermosísimo de ocuparse del otro, de entregarse por el otro, es la manifestación más clara y más evidente de la maternidad / paternidad, y es justamente de eso que el papa nos viene a hablar en su catequesis.

Francisco no sólo hace referencia de la paternidad / maternidad biológica, sino que nos plantea dos tipos más de amorosa relación paterno-filial: la paternidad espiritual para quienes se consagran a Dios, y la paternidad adoptiva para aquellas parejas que al no poder naturalmente hijos optan por la adopción. Nos dice el papa “¡Cuántos niños en el mundo esperan que alguien cuide de ellos!”.

Toda la paternidad comprende un riesgo y la adopción quizás aún más, pero el papa invita a asumir el riesgo de la acogida:

“Es un riesgo, sí: tener un hijo siempre es un riesgo, tanto si es natural como si es por adopción. Pero es más arriesgado no tenerlos. Más arriesgado es negar la paternidad, negar la maternidad, tanto la real como la espiritual. A un hombre y una mujer que voluntariamente no desarrollan el sentido de la paternidad y de la maternidad, les falta algo principal, importante”.

Ese algo principal que falta en las vidas de las parejas sin hijos, es la sonrisa confiada y llena de ternura que devuelven los niños al despedirse en las noches, es la mirada cargada de emoción de un hijo que nos recibe y saluda cuando llegamos, es la certeza de saber que tendremos quien cierre nuestros ojos al momento de partir de este mundo. Es – por último – la alegría indescriptible de sabernos coparticipes del acto más hermoso de la creación: el Amor dador de vida.

El papa nos deja una catequesis no sólo hermosa, sino tremendamente útil que de ninguna manera pretende atacar a nadie, ni mucho menos suscitar burlas ni desprecios. Sería una contradicción directa con sus propias enseñanzas y eso es imposible. Francisco ha sido desde el inicio de su pontificado un activo promotor de la protección de la vida y toda la Creación, un defensor de la Obra Divina. En definitiva, el papa es un hombre serio y habla con seriedad de los temas serios, con profundidad de los temas profundos y con alegría de los temas alegres. Y por lo general los temas serios, suelen ser profundamente alegres, así que no nos dejemos aturdir por los malintencionados militantes del odio, y en cambio abramos con atención nuestros corazones al mensaje de la Buena Nueva y nuestros oídos al mensajero.

 

Juan Salvador Pérez

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