Cuando aquel 29 de diciembre de 1880, Audran, Duru y Chivot estrenaban en el Théâtre des Bouffes Parisiens la opereta – ópera comique – La Mascotte, no lo hicieron pensando en bonitos gatos, ni simpáticos cachorros, ni graciosos pericos. La historia se refería a una joven campesina llamada Bettina, que atraía buena suerte a cualquiera que la poseyera, pero a cambio de una sola condición: que permaneciese siempre virgen.
La palabra Mascotte proviene del germano masca
y de allí pasa el francés mascot
(bruja), como término que definía a una persona – acaso una hechicera – con
poderes mágicos capaces de otorgar buena fortuna a aquel que estuviese cerca. Rápidamente
se le concedió la misma connotación a cosas, animales, objetos que corrieran la
misma suerte de servir de amuletos.
Es este el origen etimológico de mascota, utilizada ahora para referirse
a los animales domésticos que viven con nosotros y aunque todos estamos –
espero – claros que no son amuletos de la suerte ni objetos mágicos, sí nos
traen compañía, alegrías y buenos ratos.
El revuelo en los medios, redes
sociales y por supuesto en todo el ambiente anti-Francisco, por la catequesis
del pasado 5 de enero de 2022, que el papa dio en la Audiencia General de todos
los miércoles, esta vez tuvo una especial sobre
reacción por un tema que no fue para nada el asunto central de su
exposición.
El papa Francisco no centró su
discurso en la crítica a las mascotas (como los medios colocaron en los
títulos, ni como los incautos leyeron furiosamente en las redes sin siquiera ir
a la fuente), ni mucho menos habló de amuletos ni talismanes de la suerte.
La catequesis versó sobre San
José, el padre putativo de Jesús. Y de allí desarrolló una bellísima
argumentación sobre la maternidad y la paternidad. Es decir, el papa Francisco
en perfecta línea con todo el magisterio de la Iglesia Católica quiso compartir
con todos nosotros su reflexión sobre la importancia de los hijos para los
padres, y de los padres para los hijos.
El papa dejó en claro que la
paternidad y la maternidad hacen la vida de las personas más plenas y a esta
plenitud se llega por la vía de la responsabilidad, es decir, por la capacidad
– la habilidad – de dar respuesta por la
vida de otro: «Nadie nace padre, sino que
se hace. Y no se hace sólo por traer un hijo al mundo, sino por hacerse cargo
de él responsablemente. Todas las veces que alguien asume la responsabilidad de
la vida de otro, en cierto sentido ejercita la paternidad respecto a él» (Carta
ap. Patris corde).
Ese concepto hermosísimo de
ocuparse del otro, de entregarse por el otro, es la manifestación más clara y
más evidente de la maternidad / paternidad, y es justamente de eso que el papa
nos viene a hablar en su catequesis.
Francisco no sólo hace referencia
de la paternidad / maternidad biológica, sino que nos plantea dos tipos más de amorosa
relación paterno-filial: la paternidad espiritual
para quienes se consagran a Dios, y la paternidad
adoptiva para aquellas parejas que al no poder naturalmente hijos optan por
la adopción. Nos dice el papa “¡Cuántos
niños en el mundo esperan que alguien cuide de ellos!”.
Toda la paternidad comprende un
riesgo y la adopción quizás aún más, pero el papa invita a asumir el riesgo de la
acogida:
“Es un riesgo, sí: tener un hijo siempre es
un riesgo, tanto si es natural como si es por adopción. Pero es más arriesgado
no tenerlos. Más arriesgado es negar la paternidad, negar la maternidad, tanto
la real como la espiritual. A un hombre y una mujer que voluntariamente no
desarrollan el sentido de la paternidad y de la maternidad, les falta algo
principal, importante”.
Ese algo principal que falta en las vidas de las parejas sin hijos, es
la sonrisa confiada y llena de ternura que devuelven los niños al despedirse en
las noches, es la mirada cargada de emoción de un hijo que nos recibe y saluda
cuando llegamos, es la certeza de saber que tendremos quien cierre nuestros
ojos al momento de partir de este mundo. Es – por último – la alegría
indescriptible de sabernos coparticipes del acto más hermoso de la creación: el
Amor dador de vida.
El papa nos deja una catequesis
no sólo hermosa, sino tremendamente útil que de ninguna manera pretende atacar
a nadie, ni mucho menos suscitar burlas ni desprecios. Sería una contradicción
directa con sus propias enseñanzas y eso es imposible. Francisco ha sido desde
el inicio de su pontificado un activo promotor de la protección de la vida y
toda la Creación, un defensor de la Obra Divina. En definitiva, el papa es un
hombre serio y habla con seriedad de los temas serios, con profundidad de los
temas profundos y con alegría de los temas alegres. Y por lo general los temas
serios, suelen ser profundamente alegres, así que no nos dejemos aturdir por
los malintencionados militantes del odio, y en cambio abramos con atención
nuestros corazones al mensaje de la Buena Nueva y nuestros oídos al mensajero.
Juan Salvador Pérez
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