La civilización occidental es hoy día lo que es, gracias al
legado monacal de la edad media, es decir, a los monjes. El sociólogo
norteamericano Rodney Stark, desarrolla de manera impecable esta idea en su
libro The Victory of Reason, que vale
la pena leer… (y al cual vale la pena dedicarle un post).
Según Stark, la idea de “progreso” viene ligada al hecho y
la concepción del trabajo en los monasterios como lugares en los cuales – a diferencia
de los feudos – les correspondía proveerse a los mismos monjes de sus bienes
para su subsistencia, lo cual les llevó al desarrollo de tecnologías e
innovaciones que les permitiera lograr aumentar la relación esfuerzo-beneficio,
respetando siempre (¡claro está!) la tradición monacal de San Benito: ora et labora.
La escritura, la salvaguarda de la literatura, el desarrollo
de la agricultura, la tecnología y el surgimiento de las máquinas, por supuesto
el fomento de la caridad como característica, la educación… en fin, un listado
larguísimo, que llega hasta nuestros días y que además incluye cosas tan importantes
– para mí, al menos – como lo son la institucionalización
de la siesta (ya he hablado de ello en un post anterior http://jonchoperez.blogspot.com.es/2011/10/ah-mundo-la-hora-sexta.html)
y de lo que hoy quiero hablarles: el whisky ó whiskey.
A las costas de Irlanda llegaron los primeros monjes a principios del segundo milenio con el
firme y único propósito de convertir aquellas tierras al cristianismo. Muchos
de esos monjes eran hombres venidos del oriente, con sus culturas y tradiciones
orientales…entre ellas la alquimia.
La alquimia era concebida principalmente con fines terapéuticos,
mediante la utilización del alambique se obtenían alcoholes de flores y frutos
que se aplicaban como fragancias y perfumes medicinales. Pero aquel rústico
proceso de destilación, también permitía obtener una “medicina” aguardentosa,
con propiedades y “poderes curativos y restauradores”… Esa agua ardiente, fue
llamada, dado sus beneficios y efectos en los enfermos, aqua vitae, “agua de vida”, ó para decirlo en gaélico, “uisge beata”…
pasando por simplificación a Uisce y llegando por deformación al whiskey (pa´los
irlandeses) ó whisky (pa´los escoceses).
Según los entendidos, el whiskey irlandés fue el campeón
hasta finales del siglo XIX principios del XX, cuando dos eventos históricos
hacen disminuir drásticamente la industria en Irlanda: el proceso de
independencia de Irlanda del Imperio Británico (¡de allí mi temor al reciente referéndum
escocés!) y la Ley Seca de los Estados Unidos, principal destino de la
producción… (¡de allí mi temor al puritanismo!). Al descenso del whiskey, se debe el aumento del whisky... del Scotch!
Pero la verdad, es que ya sea whiskey o whisky, ambos
cuentan con mi simpatía, y sobre todo con mi respeto, pues los beneficios de esta “aqua vitae” son cosas
de monjes sabios, y yo como hombre creyente que soy, practico con fe.
Termino recordando a W.C. Field, quien recomendaba a todos
los hombres (y mujeres también, Albemamá) llevar siempre y en todo momento una
botella de whisky en una mano en caso de mordedura de serpiente… y en la otra
mano, llevar siempre una serpiente.
Salud!
Juancho Pérez
@jonchoperez
Todo eso es tan cierto que a los Monjes debemos la distribución armónica de las horas del día, es decir la famosa teoría del "8 x 3", 8 horas para trabajar, 8 horas para rezar, divertirse y alimentarse y 8 horas para domir y reponer energías. Todo ello reforzado con el riguroso establecimiento del "Officium" de las primeras comunidades cenobiales desde el siglo II y luego, en el siglo IV, extendido a todos los monasterios y órdenes.
ResponderEliminarGracias viejo!!!
ResponderEliminarExtrañaba tus escritos. Las vacaciones fueron largas!
ResponderEliminarSalud por tu "regreso" al blog!
IDEM Suzan. Últimamente he pensado en lo que escribiste sobre un país donde veía venir el hambre y no se hacía nada.
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