Anatomía del Miedo. Este es el
título de un libro (Anagrama 2006) en el cual José Antonio Marina realiza una
profunda descripción del hombre frente al miedo.
Pasando por los diversos
miedos, desde los normales hasta los patológicos, se apoya en cuarto-bates del
pensamiento como Kafka, Rilke, Camus, Greene, y otros… para así -en siete
capítulos- presentarnos un tratado psicológico-filosófico sobre el miedo.
Pero el libro no se limita sólo
a ello. Después de toda esta anatomía en la que es fácil y evidente
sentirnos retratados, aparecen los dos últimos capítulos que son para mí la
razón por la cual este libro de Marina se convierte en un clásico de toda
biblioteca: Un tratado sobre la valentía. Así lo subtitula.
Hay un
instante, en el cual el hombre supera lo neurológico y psicológico, trasciende
lo animal e instintivo, y movido por un fenómeno exclusivamente humano y
humanizante, se enfrenta al miedo y lo supera. Ese fenómeno es la valentía.
Rescato y comparto con ustedes,
la que a mi juicio es la frase del libro: “El valiente siente miedo, pero actúa
como debe «a pesar de él».”
Saber lo que se debe hacer,
cómo y cuándo hacerlo, pero al final hacerse el paisano y seguir de largo, sin
actuar… eso será quizás de tipos listos, astutos… pero valientes no.
Ese actuar como se debe, es precisamente,
lo que definiríamos como coherencia.
Hoy 22 de junio, recordamos a
Tomás Moro. Un hombre importante de su tiempo, abogado exitoso, político sagaz
y admirado que llegaría a ser Lord Canciller de Enrique VIII… pero sobre
todo, un hombre valiente, un hombre coherente, a tal punto, que murió por ello.
Esta fue su decisión: no abjurar
ni de sus principios ni de su religión. Acusado de alta traición fue condenado
a pena de muerte. No hubo forma de convencerle que relajara su posición... ni
su hija Margarita, ni su mujer Alicia lo consiguieron. El 06 de julio de 1535
fue decapitado.
El día de su ejecución, con un
buen humor ejemplar, dijo al salir al corredor frío: "por favor, mi
abrigo, porque doy mi vida, pero un resfriado sí no me quiero conseguir".
El hombre valiente sabe que el
humor es un compañero fiel del valor.
Sus últimas palabras en el
cadalso fueron de honor para su Rey, pero de entrega a su Dios. ¡Una actitud
coherente con su vida!
Subido a los
altares por católicos y anglicanos, por su ejemplo de hombre serio, por su
coherencia y por su valentía, fue designado en el año 2.000,
patrono de políticos y gobernantes.
Ese es el caso de Tomás Moro,
un hombre grande para todos los tiempos.
Pero el miedo lo sufrimos
todos, y por pequeñita cosa e insignificante que parezca, a todos se nos presenta la oportunidad – aunque
sea una vez – de ser valientes.
Allá cada quien con sus
miedos... Allá cada quien con su valentía, y con su coherencia…
Juancho Pérez