Cuando en mayo de 1958 Mao hace
el lanzamiento de “El Gran Salto Adelante”, lo anuncia con gran pompa y
fanfarrias como el programa que permitiría a China apenas en cinco años superar
a todos los países capitalistas y – por supuesto – convertirla en el país más
rico y más avanzado del mundo. Así no más.
En la mente de Mao, el plan
llegaba más allá, y pretendía establecer “el Comité de Control
Mundial” mediante el cual impondría a todo el planeta un plan homogéneo de
dominación.
Claro está, que haber partido de aquella
loca premisa (de semejante pretensión al estilo Pinky & Cerebro), el
fracaso de aquel programa era fácil de anticipar. Aunque no lo fue tanto para
ellos.
Como siempre ocurre cuando se
parte de premisas falsas, se llega a conclusiones erradas, y aquel programa
quedó desechado. Pero lo que sí debemos recordar, lo que no podemos olvidar
nunca, lo que hay que tener presente siempre – y sobre todo en estos momentos
de socialismo Caribe – son las aberrantes consecuencias de aquel disparate…
En enero de ese mismo año ´58, cuatro
meses antes del lanzamiento del pretensioso programa, Mao ante las advertencias
y alarmas de falta de alimento en el país, se preguntaba preocupado “¿Qué vamos
a hacer si no tenemos lo suficiente para comer?” e inmediatamente se respondía
con absoluta (in)sensatez dictatorial: “No hay nada malo en comer menos…
Sigamos el estilo oriental… ¿De qué vale comer mucho y tener una enorme barriga…?”.
Concluía el panzón presidente de la República Popular China.
Sin embargo, como lamentablemente
sucede con los dictadores, la realidad no puede enfrentarse con la voluntad...
Que no hubiera suficiente alimento para los chinos no podía ser un impedimento
para convertir a China en el principal productor de alimentos a nivel mundial,
y por ello sencillamente se decretó “un aumento extraordinario” en las
cosechas.
Un campesinado precario,
sobre-exigido y con capacidad insuficiente debía ahora pegar el Salto Adelante y punto, esa era la orden.
Para ello contaría únicamente con tres grandes aliados: 1) la propaganda
oficial, que en julio del ´58 ya decía en el Diario del Pueblo “podemos producir toda la comida que queramos”, y
apenas en agosto decir con total caradura “Debemos estudiar qué hacer con todo
este excedente de alimento”…; 2) con la mano dura del ejército y la policía que
requisaría toda la cosecha existente – sin tomar en cuenta la ración básica de
subsistencia de los jornaleros y su familia – con tal de cumplir con las cuotas
y aportes planificados; y 3) la Planificación Central, que dispuso de unas 500
millones de personas distribuidas en 24.000 comunas populares organizadas para
el desarrollo del disciplinado y eficiente plan de agricultura, llamadas
“Sputnik” (en honor y admiración del satélite soviético).
El plan no funcionó, porque no
era real… la capacidad de producción estaba estimada en fantasías… las cuotas y
aportes eran inalcanzables… pero como siempre, de todo aquello tenía que haber un
culpable.
En febrero de 1959 Mao hace saber
su conclusión y razón ante el revés: “todos los equipos de producción
esconden comida para repartírsela entre ellos. La esconden incluso en profundos
sótanos secretos, protegidos por guardias y centinelas”… “Los campesinos
esconden comida…”
¡Listo! Allí está el problema…
pues nada, vuelta de tuerca, apretar más, vigilar, exigir más de ese
campesinado conspirador y traidor, más trabajo, más horas, más jornadas… y por
supuesto todo, absolutamente todo, lo producido para los silos del Estado…
Así logró Mao, en 1959, exportar
4.74 millones de toneladas de grano, por un valor de 935 millones de dólares…
Las exigencias no cesaron. Se
hizo necesario para continuar con el aumento de producción planificado, que se
construyeran canales de riego, diques, represas, pero todo ello sin dotar de
las herramientas necesarias a los campesinos, sin preparación, sin experiencia…
todo ello hizo que el Gran Salto Adelante, no sólo no lograse funcionar, sino
que produjo una hambruna terrible que comenzó en 1958 y terminó en 1961…
El espeluznante resultado para el
final de esos cuatro años fue la muerte por hambre y exceso de trabajo de casi
38 millones de personas…
Al principio, para Mao y los
suyos, que murieran tantos campesinos era de esperarse – normal – , al fin y al
cabo decía el dictador con indolencia maligna: “¿no sería desastroso que
Confucio siguiera vivo hoy? … la gente vive y muere”…
Pero con el tiempo, el Gran Salto
Adelante resultó inconveniente y no tan factible como se pensó, como se
planificó (para decirlo en le jerga socialista)… así que se dejó a un lado y
ya… como si nada… así no más… como quien piensa un disparate!
JUANCHO PÉREZ
MAO, La historia desconocida. J.
Chang / J. Halliday (2006)
EL DICTADOR, Anatomía de la
tiranía. R.G. Aveledo (2008)