Como
siempre ocurre, la semana antes del Día del Padre, vienen los actos escolares
para celebrarlo, con sus tarjetas y regalitos hechos-por-nuestros-hijos-en-el-salón, poesías y frases de “eres el
mejor” (y uno hasta se lo cree), juegos padres vs. padres, merienda con los
hijos, etc… ah! claro y seguramente algún performance
de corte artístico cultural y folclórico…
Este año no
fue la excepción. Allí estábamos todos los papás en el colegio orgullosos desde
muy temprano, pues la celebración comenzaría con una misa. Luego el acto
cultural-artístico-folclórico.
El
performance fue así. Primero canciones… emotivas… de esas que si no es porque
estábamos entre papás y “uno, el hombre, no llora así no más”, algún lagrimón se
nos pianta – como dice el tango.
Luego se
levantan todas esas criaturitas, y sacan sus flautas dulces y comienza aquel
jardín de grillos, y uno ¡coño! aguanta estoicamente aquella tortura porque son
nuestros hijos – yo también fui niño, y estudié música, y soy hijo de músico, y
entiendo lo útil que resulta este instrumento en la introducción a la formación
musical, pero de verdad lo que aún no entiendo es quién y con qué intención le
puso el calificativo dulce a esa
flauta tan agria.
Por último,
se sientan las flautas, se levantan los cuatros y arranca esa pieza clásica y
preferida de los profesores de cuatro: El compadre Pancho.
Compadre
Pancho, es un merengue venezolano (de Lorenzo Herrera) de muy fácil y básica
ejecución en Re mayor, es decir – para los legos – que sólo requiere poner un dedo en una cuerda… así de fácil, de hecho tan fácil que todo aquel que
agarra un cuatro más de dos veces se la sabe.
La
selección de la pieza era evidentemente obvia por lo sencillo, pero ¿habrá reparado
el profesor de cuatro en la letra del merengue, sobre todo en la previa de la
celebración del día del padre?
Pusieron sólo
a cantar a una niñita, acaso la más afinadita, y el resto del grupo tocando los
cuatros.
Va la
letra:
Oiga compadre Pancho, lo que me pasa lo sabe
usted – comienza la
confesión del compadre…
Que la negrita del rancho con el pulpero ayer
se me fue – es
decir, la mujer del compadre se fue con otro, y no cualquier otro, sino el tipo
con plata dueño de la tienda del pueblo.
Ay mi compadre si usted la ve dígale por su
hijito, compadre Pancho, vuelva otra vez – la mujer se fue, pero además dejó al hombre y
al hijo, la vaina se complica… y el compadre de compadre Pancho le pide entre
lamentos que le diga que vuelva. ¡Corín Tellado!
La
ortodoxia y la prudencia social, con el tiempo han ido censurando el resto de
la letra *, de hecho poco se canta la parte que sigue y donde se explica por qué
se larga la negrita, dejando casa, marido e hijo: porque el compadre del
compadre Pancho, había golpeado – imagino que una vez más – a su mujer por
planchar mal la camisa…
Pues miren
ustedes, esa fue la pieza elegida para celebrar el día del padre. Menudo meta-mensaje.
Y así mientras
la afinadita niña cantaba el estribillo del merengue en el acto de celebración
del día del padre, yo pensaba sentadito en mi silla: situaciones incómodas en
la vida todos las padecemos…Pero sin duda, unos la pasan peor que otros.
Juancho Pérez
@jonchoperez
* Para el curioso que quiera ver la letra completa del merengue http://sunblde.netai.net/Musica/Letras/Venezuela/Compadre_Pancho.html