Cuán
curioso es percatarnos de que lo que hoy celebramos tan normal y hasta sin encontrarle mucho
sentido, ha sido casi siempre el resultado de luchas y procesos
inimaginables y, peor aún, olvidados.
Recordemos,
por ejemplo y dada la fecha, la fiesta del 01 de mayo.
Las
organizaciones sindicales y laborales de E.E.U.U., (todas menos la Noble Orden
de los Caballeros del Trabajo) habían convocado para el 01 de mayo de 1886, una
huelga por la reivindicación de la jornada laboral de 8 horas diarias.
El lema de
aquella huelga era “8,8 y 8”… 8 horas para el trabajo, 8 horas para el hogar, 8
horas para dormir.
Para buena
parte de la sociedad de aquella época, la pretensión de los manifestantes era
sencillamente un disparate. Los titulares de prensa del 29 y 30 de abril de
1886, calificaban la demanda del movimiento
como una solicitud inviable que era “lo
mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo”,
y en relación a la huelga en sí misma la consideraban como una convocatoria de
anarquistas condenada al fracaso.
Llegó el 01
de mayo. La huelga se llevó a cabo a nivel nacional. Pero en Chicago, ciudad
donde las condiciones laborales eran más difíciles y el ambiente de protesta
tenía más tiempo crispado, las protestas continuaron el 02 y el 03.
El 04 se
convocó a una concentración en la plaza de Haymarket… pero entre la euforia de
los asistentes, la agresiva represión policial y la violencia radical de
algunos “anarquistas exaltados”, todo resultó en un infierno: La detonación de
un explosivo. La muerte de un capitán de la policía. La orden de abrir fuego
contra los manifestantes. Heridos y muertos… ¡caos!
Como
siempre, una vez retomado el orden, comenzaron las pesquisas de culpables y
responsables. De 31 detenidos, al final se redujo la lista a 8 culpables (a la
sazón los más vinculados al anarquismo): 3 condenados a prisión, los otros 5 a
la horca.
Y así fue.
Sin
embargo, también fue, que para finales de 1886 y principios de 1887, varios
sectores patronales aceptaron instaurar las jornadas de 8 horas diarias de
trabajo.
El éxito
fue tan rotundo y tan importante, que ya para 1890, el propio Federico Engels
en el prefacio de la edición de ese mismo año de El Manifiesto Comunista, reseña esta victoria del movimiento
trabajador como un espectáculo.
Y repito, el
éxito fue tan rotundo y tan importante, que en 2012, seremos varios los que mañana
gritaremos (aunque sea muy calladito y casi en silencio) ¡yabadabadú! al sonar el silbato de salida, al más puro estilo de Pedro
Picapiedras.
Esta es la
historia -versión brevísima- del 01 de mayo, día internacional del trabajador, reconocido
y celebrado en casi todo el mundo.
En EEUU, se
celebra al trabajador en otra fecha, para tratar - a lo gringo - de olvidar el origen.
La Iglesia
Católica, más sabia, más inteligente y más prudente celebra al trabajador en su día, junto (eso sí) a San
José Obrero.
JUANCHO
PÉREZ